[wpseo_breadcrumb] Experimentar la pérdida de un ser querido no es fácil, y menos aún cuando se aproximan fechas tan especiales como la Navidad. El ambiente cercano y familiar que se vive estos días contribuye a intensificar nuestro dolor y nos obliga a experimentar un cóctel de emociones difícil de asimilar. Si pasar por una situación de duelo ya es extremadamente dolorosa, imagínate cuando a nuestro alrededor existe un clima colectivo de alegría y celebración que nos fuerza a intentar estar bien para no fastidiarle la fiesta a nadie. Pero todos sabemos que, por mucho que nos esforcemos, resulta casi imposible quitar los ojos de esa silla que por primera vez está vacía. Y es, en ese preciso instante en que la alegría, la tristeza y los recuerdos se funden en una mezcla explosiva, cuando aparece el síndrome de la silla vacía.
¿Qué es el síndrome de la silla vacía?
El síndrome de la silla vacía hace referencia a la mezcla de sentimientos que aparecen en nuestro interior tras la pérdida de un ser querido, y que se intensifican sobremanera en determinadas celebraciones y fechas señaladas como los cumpleaños, las bodas o la Navidad. Es en este tipo de eventos cuando percibimos, más que nunca, la ausencia de la persona que nos ha dejado debido al contraste de sentimientos que se acumulan en nuestro interior: el dolor de la pérdida por un lado y la alegría de la celebración por el otro. En este tipo de situaciones, pensamientos como “ojalá estuvieras aquí” se hacen más presentes que nunca.
Etapas del duelo
El duelo por la pérdida de un ser querido es una herida que se encuentra abierta en nuestro interior y que, al igual que las externas, requiere de tiempo para su cicatrización. A lo largo de este tiempo, el proceso del duelo va siguiendo diferentes fases:
- Negación: cuando un golpe de tal magnitud sacude así nuestra vida, las primeras reacciones que nos afloran son el dolor y la incredulidad. Y es que, negar la pérdida es una forma de decirle a la vida y a la realidad que aún no estamos preparados para vivir esto. Sin embargo, es una fase que debemos atravesar necesariamente si queremos sobreponernos al fallecimiento de nuestro ser querido.
- Enfado: es inevitable que el dolor y la rabia se apoderen de nosotros. Lo mejor para superar este momento no es huir de él, sino enfrentarnos a nuestros sentimientos: llorar, patalear y dejar que el dolor nos atraviese. Así y solo así conseguiremos echarlo fuera y evitar que nos machaque.
- Negociación: tras superar el enfado, comenzaremos a fantasear con ideas que nos pudieran permitir revertir la pérdida, una acción realmente agotadora. Lo cierto es que esta etapa no se prolongará mucho en el tiempo, ya que no tardaremos mucho en entender que no existe nada que nos pueda devolver a nuestro ser querido.
- Miedo y depresión: tristeza, incertidumbre, sensación de vacío y un profundo dolor. Con todo este cóctel de emociones dentro, realizar cualquier tarea cotidiana se vuelve prácticamente misión imposible. Aunque al principio pueda parecer que esta etapa no acabará nunca, lo cierto es que es en este punto donde se encuentra el principio del fin.
- Aceptación: es la última fase del duelo. A pesar de que es realmente difícil aceptar que aquella persona a la que tanto queremos ya no va a volver, llega un punto en el que sabemos que, de no aceptarlo, el precio que pagaremos será demasiado alto. Llegar a este punto requiere de tiempo y un gran trabajo, pero aprendemos que la pérdida también forma parte de la vida y debemos aprender a convivir con ella.
¿Por qué se produce el síndrome de la silla vacía en Navidad?
Cumpleaños, aniversarios, Navidad… las fechas especiales son días señalados en nuestro calendario, días en los que se supone que deberíamos rebosar alegría y felicidad. Sin embargo, cuando enfrentamos la pérdida de un ser querido no podemos evitar que los recuerdos invadan nuestra mente, lo que provoca que nuestra herida interna se reabra un poco más.
¿Cómo puedo gestionar el dolor en Navidad?
Si hay algo que debemos tener claro es que la Navidad va a poner a prueba nuestra capacidad de resiliencia, por lo que debemos extremar nuestro cuidado emocional para tratar de mitigar el dolor que sentiremos estos próximos días. La buena noticia es que existen herramientas que, si bien no van a eliminar nuestro sufrimiento, nos pueden ayudar a que el dolor no sea tan profundo. Durante estos días, más que nunca, debemos darnos a nosotros mismos la oportunidad de comprendernos y escucharnos, pero también de sentir el dolor y desahogarnos cuando sea necesario. Para ello, es importante que nos planteemos qué necesitamos y qué es aquello que nos ayudaría a sentirnos mejor durante estas fiestas. Algunas personas podrían sentirse reconfortadas al compartir con los demás la ausencia de su ser querido. Otros, en cambio, se podrían sentir más cómodos mirando hacia adelante e intentando superar el pasado, yéndose de vacaciones a algún lugar lejano o incluso buscando otro tipo de celebraciones diferentes a las habituales. Cada uno de nosotros tenemos una forma diferente de afrontar el dolor, por ello es importante no comparar nuestras reacciones ni nuestro sufrimiento con el de otras personas. En este sentido, lo más aconsejable es tomar conciencia de cuál es nuestro ritmo y respetarlo, tomándonos el tiempo que consideremos necesario para transitar cada una de las etapas del duelo por la pérdida de nuestro ser querido.
Otros consejos para sobrellevar la pérdida de un ser querido
Superar el fallecimiento de una persona a la que queríamos lleva tiempo y es un proceso doloroso. No obstante, existen algunas estrategias y recomendaciones que podemos poner en práctica para tratar de aliviar nuestro sufrimiento durante esta etapa:
- Hablar sobre la pérdida de nuestro ser querido con amigos y familiares: además de recordarle, nos ayudará a comprender y aceptar nuestros sentimientos y a evitar la negación de la realidad, lo que podría llevarnos al aislamiento social y a agravar nuestra situación emocional.
- Cuidar nuestros hábitos: en momentos así es importante que prestemos más atención a nuestra alimentación, ya que lo más habitual es que podamos perder el apetito y las ganas de disfrutar de la comida. Hacer ejercicio, dormir adecuadamente y descansar nos ayudará a que el agotamiento físico y mental no se apodere de nuestro cuerpo durante este periodo.
- Ayudar a otras personas que también están sufriendo la pérdida: además de brindar apoyo a otras personas que también lo están pasando mal, nos sentiremos más reconfortados. Compartir anécdotas sobre nuestro ser querido podría incluso ayudarnos a lidiar con la pérdida de una forma menos compleja.
- Homenajear a la persona que se fue: enmarcar fotos de momentos felices juntos, ponerle su nombre a nuestro nuevo hijo/a o colaborar con alguna entidad benéfica por la que tuviera simpatía son algunas acciones reconfortantes que podemos llevar a cabo para mantener viva la memoria de nuestro ser querido y recordarle con alegría.
- Pedir ayuda profesional: este es uno de los pasos más importantes para nuestra recuperación y también el que más miedo nos da. La figura del psicólogo podría ayudarnos a manejar el temor, el sentimiento de culpa o la ansiedad que podamos sentir. Un apoyo profesional en estos momentos tan duros podría brindarnos la oportunidad de desarrollar nuestra capacidad de resiliencia, además de adquirir herramientas para manejar la tristeza.
En definitiva, sufrir la pérdida de alguien a quien queremos es un suceso totalmente natural que debemos vivir con dolor, pero también con ayuda y normalidad para poder atravesar las etapas del duelo que nos permitan llegar a la aceptación y superación de esta situación.
Ya está aquí la Navidad, una época repleta de luces, regalos y reuniones con amigos y familiares. Algunos aguardan estos días con especial ilusión, mientras que otros deben enfrentarse a la ausencia de un ser querido en estas fechas tan especiales.